jueves, 13 de mayo de 2010

Hi, this is Minnie again.


Bueno, mientras espero los malditos 72 minutos de megavideo voy a hacerme la histérica un rato. Ha sido escribir un comentario y ensalzarme yo sola en mi miseria y desgracia. Y cuánta desgracia.


Tantos años de carrera (ay, y lo que me queda) para acabar hipocondríaca.


Hoy, toda machorra, he vuelto al trabajo. Y me he quedado hasta casidoshoras más (ojalá pudiera leer esto mi jefe). Pues resulta que mientras iba dándole al secretarismo (no viene de secreto, viene de secretaria) notaba un escozor, un resquemor, un… un de todo en la muela ya no existente que no era normal. “Aguanta”, me decía yo sola, “que eres muy exagerada; el médico te dijo que lo hacías muy bien y ahora no te vas a hacer la floja”. Pero claro, no me veía nadie y sin presión social pues me he puesto con mis pucheros la mar de contenta. Y al llegar al coche hice lo que nunca debí hacer.


MIRARME LA BOCA.


DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOS. ¡¡No, por qué!! Toda la herida llena de pus e infecciones, y se me está pasando hacia la oreja y NOOOO, mierda, por qué. Soy muy joven, debo acabar la tesis, ejercer de coordinadora, hacer el festival… ¡tengo quereseres! Primero he pensado la mierda de frase que me dice mi madre cuando no me quiero tomar el Augmentine “¡¡se te pasará a la sangre (y te puedes morir, eh!)!!”; y sóoooolo quería volver a casa y tomarme el augmentine asqueroso pildorínico. Ai, tanto, que me han chirriado las ruedas en una curva y un imbécil me ha pitado y me he puesto a llorar histérica (lo sé, mi vida puede llegar a extremos que no debería contar públicamente). Y me decía, “oooh, prometo tomarme como me dijo el médico mis pastillitas, como buena abuelita (ahora resulta que no sólo no sé cocinar sino que no sé tomarme las pastillas; qué tipo de abuela voy a ser) (a ver cuánto me dura esto de ser estricta con la medicina)(claro, qué me vas a decir tú si el lunes me lo pasé entero vomitando, santa medicina)(vale, ya dejo de despotricar por paréntesis). En mi fase de hipocondríaca máxima también me he imaginado que la infección se me pasaba a los dientes próximos y me creaba quistes y se me podría la dentadura y era más fea que Belén sin maquillar (me ha dado con la Estevan). Y he dejado de imaginar cuando he tergiversado tanto que he pensado que se me pasaba al oído y me restaba audición. Siempre fui una chica muy imaginativa.


¿Dónde estarán las cuidadoras de Ana Karenina que te preparan sopa mientras tú estás lamentándote en tus aposentos?



Qué de vida, la del sufrir.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Hi, this is Minnie

Ay, ahora que la miro, esta foto se puede malinterpretar...


Ahora que puedo decir que no me he muerto, puedo escribir tranquilamente sin que suene muy a película Almodóvar.


Resulta que he tenido unos mesecillos que, si hubiera tenido propensión a tener alopecia por estrés, hubiera sido más calva que Krilín, el niño calvo de Bola de Drac Z. No ha sido así, y puedo lucir una melena, ahora con flequillo, cortado por mi muy mejor amiga NY y repasado con muy poco arte por mí misma, en el lavabo de mi casa, tan ricamente (es una frase muy larga y con muchos complementos, lo sé; me vais a perdonar que han sido muchos los días de ausencia).


Quería empezar tipo Oscars, ya que he hablado de Almodóvar, así que me excusaré conmigo misma y con los presentes con mi teoría de la que espero ya haberos hablado. Cuando uno no aparece por el blog, las expectativas aumentan y la idea de tomar las riendas de nuevo se hace más dura que ver a Carrie en otra película de Sexo en Nueva York: se ha hecho vieja y ya no sigue el ritmo. Te aterra la idea de tener que pedir perdón a los implicados. Sobre todo, a ti misma, por no haber podido ser constante. Pues nos vamos a dejar de ataduras. Si aquí no se deja un post, pues no se deja, y si yo no comento tal otro (que me hubiera gustado, por ejemplo, decirle a JB mil cosas sobre sus vídeos, a Laurita suerte con su operación, y a todos los otros a los que espío desde mi ventana indiscreta…), pues no va a pasar nada. Porque a veces queremos hacer las cosas tan bien que nos olvidamos de hacer lo básico, que es estar allí y hacer acto de presencia. Como la reina Sofía, que divina ella en El Clínic.


Ya me ha pasado varias veces. Y la vuelta se hace muy dura. Porque te has fallado. Y puede que luego optes por cambiarte de blog; otro aspecto, quitándote la culpa. Pero mira, no. Gracias paperboat por reencontrarme.


Y después de todo este discurso aburrido (bueno, qué esperabais; he dicho que era como los oscars, que a parte del “Pedrooo” todo me ha parecido siempre de un sopor descomunal), retomo la frase inicial y digo que he estado a punto de morir. Yo. Muerta por una anestesia (ojo porque ahora aquí me invento mi propio diagnóstico).


Este lunes fui a quitarme el poco juicio que ya me quedaba y se ve que a mi la droga bien, no es que me siente. Me pasé todo el lunes, grabado ya para siempre en mis neuronas hipocampales por la amígdala (os lo pongo en específico para que veáis que también estudio), tooodo el lunes abrazada a la taza del váter, como si hubiera salido de fiesta, pero con la gracia que no era de resaca sino de operación. También me sentía embarazada mareada, y embarazada deseosa de alimentos prohibidos.


Y hoy me rebelo y os digo que nanai me voy a tomar la medicina. Más chula que la Belén ¿vale? Porque después de descubrir que en los canales de la tele lo que se salga del sálvame es un puro espejismo, algo se te pega. Aunque espero que no se me pegue ese estilo en el baile. Si no, mis amigas patinadoras me van a quitar el papel de Marylin. Y eso sí que no.



Qué de vida, la de aparentar que tienes comida guardada en las encías y no es más que una zona hinchada.