Bueno, mientras espero los malditos 72 minutos de megavideo voy a hacerme la histérica un rato. Ha sido escribir un comentario y ensalzarme yo sola en mi miseria y desgracia. Y cuánta desgracia.
Tantos años de carrera (ay, y lo que me queda) para acabar hipocondríaca.
Hoy, toda machorra, he vuelto al trabajo. Y me he quedado hasta casidoshoras más (ojalá pudiera leer esto mi jefe). Pues resulta que mientras iba dándole al secretarismo (no viene de secreto, viene de secretaria) notaba un escozor, un resquemor, un… un de todo en la muela ya no existente que no era normal. “Aguanta”, me decía yo sola, “que eres muy exagerada; el médico te dijo que lo hacías muy bien y ahora no te vas a hacer la floja”. Pero claro, no me veía nadie y sin presión social pues me he puesto con mis pucheros la mar de contenta. Y al llegar al coche hice lo que nunca debí hacer.
MIRARME LA BOCA.
DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOS. ¡¡No, por qué!! Toda la herida llena de pus e infecciones, y se me está pasando hacia la oreja y NOOOO, mierda, por qué. Soy muy joven, debo acabar la tesis, ejercer de coordinadora, hacer el festival… ¡tengo quereseres! Primero he pensado la mierda de frase que me dice mi madre cuando no me quiero tomar el Augmentine “¡¡se te pasará a la sangre (y te puedes morir, eh!)!!”; y sóoooolo quería volver a casa y tomarme el augmentine asqueroso pildorínico. Ai, tanto, que me han chirriado las ruedas en una curva y un imbécil me ha pitado y me he puesto a llorar histérica (lo sé, mi vida puede llegar a extremos que no debería contar públicamente). Y me decía, “oooh, prometo tomarme como me dijo el médico mis pastillitas, como buena abuelita (ahora resulta que no sólo no sé cocinar sino que no sé tomarme las pastillas; qué tipo de abuela voy a ser) (a ver cuánto me dura esto de ser estricta con la medicina)(claro, qué me vas a decir tú si el lunes me lo pasé entero vomitando, santa medicina)(vale, ya dejo de despotricar por paréntesis). En mi fase de hipocondríaca máxima también me he imaginado que la infección se me pasaba a los dientes próximos y me creaba quistes y se me podría la dentadura y era más fea que Belén sin maquillar (me ha dado con la Estevan). Y he dejado de imaginar cuando he tergiversado tanto que he pensado que se me pasaba al oído y me restaba audición. Siempre fui una chica muy imaginativa.
¿Dónde estarán las cuidadoras de Ana Karenina que te preparan sopa mientras tú estás lamentándote en tus aposentos?
Qué de vida, la del sufrir.