viernes, 5 de marzo de 2010

Mad Mix machine

Yo de pequeña siempre tuve el antojo de un Emilio. Ese cacharro pseudodomótico que no hacía, probablemente, nada más que llevarte la cocacola a la cocina (y chocando contra las paredes y atropellando al perro, ya me supongo). Pero era un robot. ¿Y qué había mejor que tener una mascota electrónica que no se hiciera ni pipí ni popó y encima no se pusiera gordote de comer todas las sobras?



Pues resulta que he tenido que esperar (un espacio de anuncios para que pueda hacer el cálculo de “cuántos años hace que tenía siete años”) (ok, ya) 15 años para tener un Emilio, ¡¡que encima habla y es muy mono!!


Os pondré en situación. Ayer, tras ver una media de 4 capítulos de Cocó (o Pocoyo), una vez terminado mi plato de comida, Bebito, muy agudo él, se percató de ello. Dijo algo así como (feo, muy feo, en español) “yata” (a lo que yo respondí un corrector, “no more, that’s it”) Y ENTONCES OCURRIÓ. Me quitó el plato, se las apañó como pudo el pobre para escapar de entre las sábanas y bajar de la cama, LLEGAR HASTA LA COCINA E INTENTAR DEJAR EL PLATO EN LA PICA (intentar, porque el pobre no llega).



¿¿¿Podría ser más mono???

No.




Qué de vida, la de los bebitos que te sorprenden

1 comentario:

  1. A todo esto, ¿a qué se debe ese afán tuyo por "inglesializar" (toma verbo inventao) a Bebito? :P

    ResponderEliminar