martes, 26 de enero de 2010

I presume that story was intended to illustrate that blood is thicker than water


Es increíble cómo de imbéciles podemos llegar a ponernos cuando la ACTH, corticosterone, y sus muy otras queridísimas amigas de la adenohipófisi danzan por el torrente. Que me imagino yo un capítulo del Cuerpo Humano y todos “venga, venga, a ver quién consigue ser más tonto de todos”. Y así no se puede trabajar. Con ellos no.


Esta mañana tenía un análisis de sangre. Y es tal el trauma que sufrí la última y única vez, por culpa de que la genética me haya dado brazos de niña con venas que usan capas de invisibilidad, que más nerviosa no podía estar.


Llega la hora de dormir y, no tuve la pesadilla anterior (pesadilla anterior = soy asesinada delante de mi madre momentos previos a ir a la piscina del gimnasio sin depilar; moraleja = alguien intentaba decirle a mi madre que cómo era capaz de dejarme ir a la piscina, sin depilar), pero sí soñé que me comía un plátano media hora antes del análisis y eso era la catástrofe, porque perdía la hora con el médico.


Me he levantado con sensación de haberme comido un plátano y lo he pasado fatal (¿os dais cuenta que no se me puede dejar ver el “Banana dancer”?). Pero en seguida he visto que mi barriga estaba demasiado hambrienta, notando su falta de cereales matutinos. Y he pensado, “pobrecica, con estos nervios y sin comer; se me va a desmayar”.


He llegado al centro y he empezado a desparramar mis cosas. Cuando me han llamado he tenido que hacer de todo un ovillo y parecía que llevara una gran pelusa de ropa y trastos varios (que si Anna Karenina, que si el paraguas, que si la mochila, que si el botecito del pipi, que si la hojita…). Una buena 30añera, con su amiga la 30añera, papel-en-brazo, me habrá visto la cara de Requiem por un sueño y me ha soltado un “tranquila y buena suerte”. Que yo lo he agradecido, y mucho, sobretodo el “tranquila”, pero el buena suerte ya me ha parecido más sospechoso.


Cuando he entrado, a parte del hola y mirada de “por favor, Sáaalvame, ven abrazame”, he soltado un “ES QUE ESTOY MUY NERVIOSA”. Qué torpeza, que infantil, qué TONTA. La pobre mujer me ha tranquilizado tan bien que al final quería pedirle el Factbook para agradecérselo en el muro. Ha cogido una aguja de niños para pincharme, señores. Se ha de ser ridícula para que, a mis 22 años, me pinchen como si fuera una niña. Taaaaanta paciencia que tenía, “¿y ahora te vas a trabajar?” “¿kskjda?” “jsjdjs”, y mira, ¡se me ha hecho hasta entretenido! Las dos ahí de cháchara mientras me sacaba sangre; que estaba hasta por ir a por pipas.


No me ha hecho nada de daño y ha conseguido quitarme la sangre con el primer pinchazo. A veces no agradecemos a los profesionales su faena, como realmente se merecen. Probablemente esta mujer se haya levantado sin pensar que podía ser alguien importante para la vida de otro. Que con sus palabras ha sabido borrar una mala experiencia. Que con su buen trabajo ha conseguido calmar a una niñita histérica que ha entrado en la salita pidiendo que, por favor, no le hicieran daño.



Qué de vida, la de las enfermeras.

2 comentarios:

  1. Yo es que soy un poco cabrón y lo hago al revés, a quién pongo nervioso es al que tenga que pinchar. Porque me dicen lo de "no hace falta que mires" y a mí me da igual, yo me quedo ahí, viendo cómo entra la aguja. Interés puramente científico, of course. Y ya se sabe, sentirse observado mientras trabajas no es bueno... (cabrón e inconsciente, debería añadir, porque en definitiva el perjudicado puedo ser yo si me hacen una sangría ahí en el brazo, pero como nunca me ha pasao... :P)

    Nada oye, a la próxima ya puedes ir tranquila, ya has visto que lo de la primera vez no fue representativo (y si no es así pues tampoco pasa ná, gente más nerviosa que tú se habrán encontrao, que no te dé vergüenza...)

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  2. Una chica valiente. Te has plantado en el médico, y has desafiado a la aguja! Aunque tú esperabas a la aguja madre, y seguro que cuando te han sacado la aguja para niños te has puesto chulita y todo, y se te ha pasado un poco el miedo.

    Pues nada, para la próxima te llevas las pipas, la revista el mueble por ejemplo, y te sientas ahí y ale, que hagan lo que quieran. Si esto ya para ti es como ir a la pelu!

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